En esta ocasión trabajaré un Juniperus Sabina de origen nacional que ha sido recientemente adquirido por su propietario, el cual me ha encargado su primer modelado.
Este encargo ha sido muy particular ya que el propietario mantuvo conmigo una conversación explicándome su punto de vista en cuanto al diseño, la idea me pareció correcta teniendo en cuenta que no es fácil encontrar una planta que se preste a un diseño tan extremo, también suponía realizar un trabajo a gusto del propietario que al fin y al cabo será quien disfrute de la planta en su jardín.
Al analizarla por primera vez, supe que sería un trabajo muy motivador, pero también complicado a nivel técnico y estético.
La siguiente foto muestra la sabina protagonista de este artículo.
El primer tramo del tronco es una verdadera maravilla y pone en relieve los valores por los cuales esta especie cautiva a la mayoría de los aficionados y profesionales del bonsái.
La vena viva y la leña seca se entrecruzan en varios puntos creando interesantes curvas parecidas a remolinos.
En la foto anterior podemos apreciar como el segundo tramo del tronco es recto y carente de interés por lo que esta característica se convierte en el mayor desafío a la hora de diseñar esta planta.
Las hojas de esta sabina nos muestran que está en un perfecto estado de salud.
Aunque podemos apreciar que algunas hojas tienen una tonalidad ocre, no es nada preocupante y suele suceder a veces por varios motivos.
La causa principal es cuando con el sol del día hace que las hojas más activas comiencen a realizar la fotosíntesis, sin embargo debido al frío, la planta no tiene un fluido flujo de savia para transportar los azucares producidos en el proceso, éstos se acumulan en las hojas y después de varios días se degradan enmascarando la clorofila que como todos sabemos es un pigmento que refleja el color verde, a esto hay que añadir que la planta pone en marcha un mecanismo de protección de las membranas fotosintéticas y enmascara la clorofila con otros pigmentos accesorios.
No hay que preocuparse por este color ya que una vez el calor de la primavera llegue, la planta evacuará estos "residuos" y volveremos a obtener el característico color verde en las hojas.
Bien, lo primero que voy a hacer es limpiar la leña seca y definir la vena viva.
Antes y después de la limpieza de la leña seca |
La siguiente foto muestra la única rama a priori ideal para construir la copa ya que consta de varias subramas en distintas posiciones.
Tiene una parte de leña seca que eliminaré para que su plegado sea más fácil, pero antes voy a limpiarla para tener más claro las delimitaciones de la parte muerta y viva.
Una vez realizado un primer rebaje de la leña seca, voy a eliminar un poco más del interior de la rama y a continuación pondré rafia y goma.
La rafia actúa en el plegado como una pseudopiel que protege la rama compactando las fibras que se desgarrarán en el proceso, al regar la planta, la rafia se moja y permite también que la rama doblada reciba una hidratación extra que ayuda a que la rama no se deshidrate.
En este caso voy a doblar la única rama que tiene esta sabina por lo que pondré goma por encima de la rafia y conseguiré un extra en compactación.
Evidentemente la rafia y la goma realizan una labor importantísima en el doblado pero el verdadero secreto radica en el estado del vigor de la planta.
Conducir y mantener la planta en un cultivo de alto rendimiento permitirá que la técnica aplicada sea soportada, por lo que el buen cultivo de la planta es la base sobre la cual se apoyará todo el proceso de formación.
Una vez doblada la rama puedo comenzar a poner alambre y colocar la ramificación.
Dai Kengai. (Cascada Extrema)
Uno de los estilos maestros de bonsái es el estilo cascada.
Dentro de este estilo podemos diferenciar variaciones dependiendo de la verticalidad de su tronco que vendrá a representar los hábitos de crecimiento con respecto al lugar donde vive.
Kengai (Cascada), Han Kengai (Media Cascada) y Dai Kengai (Cascada Extrema).
Si analizamos este último estilo, Dai Kengai, y, tomamos como referencia plantas similares en la naturaleza, este hábito de crecimiento lleva consigo emparejadas varias imágenes: Altura, verticalidad, agarre, sinuosidad, etc. y evidentemente un gran sentimiento de fuerza por encima de adversidad.
Por norma general, la planta que crece en una oquedad en la roca tiene su origen allí debido a que un animal, en la mayoría de los casos un pájaro, ha transportado la semilla hasta ese lugar, refugiándose al abrigo de la piedra.
Ya que no es el hábitat natural de crecimiento de una planta ha de adaptarse para poder sobrevivir en condiciones muy desfavorables y esto se transmite en una serie de características concretas.
El primer tramo del tronco suele ser bastante tortuoso para escapar de la pared, sin embargo una vez ha conseguido separarse lo suficiente de la pared las curvas son más suaves debido al peso de la ramificación que estira hacia abajo, a veces incluso volviendo a retomar un camino ascendente por la fuerza del geotropismo negativo.
Las ramas suelen ser delgadas para poder soportar el viento, suele ser habitual encontrar partes de madera seca longitudinales como consecuencia de pelados de la corteza de una vena que ha secado sus ramas, también los jines suelen ser largos además de finos y flexibles, capaces de aguantar los golpes de viento y bastante pulidos ya que por norma general en esta situación no van a soportar grandes cantidades de nieve que los desgarre.
La madera seca, por efecto de la alta luminosidad, tendrá un color blanco bastante intenso.
Las siguientes fotos muestran el resultado final de este primer diseño.
Antes y después |
Creo que para un primer trabajo el resultado ha sido correcto.
Ahora hay que conseguir que la planta tenga un buen cultivo y siga madurando y poco a poco, algún lejano día, nos daremos cuenta de que se ha convertido en un interesante bonsái.
Gracias por vuestra lectura.
Foto Final |